viernes, 21 de julio de 2017

¿La corrupción es inherente al humano o al estado?


Si la frase de Yunda, de que la corrupción es inherente al ser humano y que hay que seguir luchando, te indignó, espero que haya sido por las razones correctas. Más allá de la antipatía que se pueda llegar a tener por el personaje, la frase desnuda un sentir muy arraigado en nuestra sociedad.

Yo quisiera dejar en claro que si bien la corrupción es un mal terrible, más terrible es que no nos demos cuenta de que estamos intentando “corregir” un sistema que está diseñado para que funcionen las palancas.

Para esto, necesitamos romper algunos mitos, o mejor dicho, paradigmas que escucho repetir de tanto en tanto.

Con X millones que se robaron se hubiesen pagado X años de tu sueldo

En verdad esta frase, vendedora, sirve para encender el coraje del interlocutor. Pero también infunde, desde mi perspectiva una premisa irreal. Tengámoslo claro, los dineros gastados en coimas y sobreprecios, no van a ir a dar a tu bolsillo mágicamente. No funciona así.

Lo que te están quitando es tu potencial de gastar tu dinero en lo que tú quieras. Todas estas “obras”, el gobierno las paga con los impuestos que te quita periódicamente. Mientras más cuesta la obra, pues más te van a quitar. Ahí es donde te afectan el sobreprecio o las coimas.

Si vas siguiendo el hilo, te empezaras a dar cuenta de que es mucho peor esto, que lo que dice la frase original.

La corrupción es un “crimen de cuello blanco”


La corrupción es un crimen y punto. Es criminal que los contribuyentes tengamos que pagar obligadamente por servicios que realmente cuestan mucho menos, que son muy malos y que, en ocasiones, este hecho de no poder pagarlos genera coactivas que terminan en el Estado apropiándose de los bienes de las personas.

Así que, la próxima vez que un corrupto de aquellos que luego unos añitos de “exilio” vuelven pavonéandose por las calles de tu ciudad, no por inocentes, sino por pacientes, cuando se defiendan diciendo “yo no he matado a nadie”, piénsalo dos veces antes de aplaudirlos.

Así siempre ha sido

La corrupción no es un destino. No está inscrita en nuestros genes, como quiere decir Yunda. Lo que sí está en nuestros genes es el instinto de supervivencia, y a través de ese instinto mucha gente agarra la boya de la corrupción, y otros no. Pero esa carga genética, es solo un impulso. Una de las cosas que nos hace humanos es justamente el hecho de que hemos ido controlando nuestros instintos y que evolucionamos gracias a eso.

Las instituciones sólidas, el poder judicial independiente, se construyen en sociedades íntegras. Sociedades que comparten valores, que rechazan a los corruptos, que los convierten en parias. Sociedades que no tienen miedo, después de todo.

Las sociedades íntegras, solo pueden integrarlas individuos íntegros, informados, educados.

Y sobre todo, las sociedades íntegras no toleran la impunidad.

Hay otro camino para nuestros barrios, nuestras ciudades y nuestras naciones. Empecemos a recorrerlo desde hoy, rompiendo mitos.