A mis amigos músicos.
El día que descubrió sus superpoderes, Eduardo no fue al ensayo.
Su madre, al escuchar un golpe seco en el baño, lo llamó desde la cocina.
-Eduardo, ¿qué pasó?
-¡Nada! - gritó desde el piso, un poco atontado y con los pantalones abajo.
Con mucha prudencia, la señora siguió lavando los platos, evitando imaginarse lo que su hijo habría estado haciendo. A Eduardo, en cambio, le faltaban neuronas para explicarse lo que había pasado. Solo una cosa le quedó bien clara.